La crónica dirá que por fin sucedió. Que por fin Luciano Benjamín Menéndez será sometido a un juicio oral y público por las instituciones de la democracia, por la Justicia que tanto camino recorrió sin animarse hasta hoy a cerrar estas heridas profundas. Que por fin la historia tendrá un día, este 27 de mayo de 2008, a 25 años del regreso de la democracia después de la noche dictatorial y del Terrorismo de Estado, para relatar el inicio del primer juicio contra un símbolo de las violaciones a los derechos humanos. Sí, porque Menéndez es un ícono de la aplicación de un plan sistemático de exterminio de compatriotas que sufrió nuestra Argentina. Lamentablemente, y es necesario decirlo, pasaron más de 25 años sin justicia y con impunidad. Y el proceso que ahora comienza, lo hace sin todos los referentes del Terrorismo de Estado.
Quiso ¿arbitrariamente? la Justicia que fueran Humberto Brandalisis, Raúl Cardozo, Hilda Flora Palacios y Carlos Enrique Lajas las víctimas que lo llevarán desde hoy ante los jueces de la Constitución. Quiso que sean los primeros entre cientos de víctimas en recordarnos la magnitud de los delitos que cometieron Ménendez y las bandas de represores que actuaron desde 1975 en Córdoba, aunque haya otras causas en condiciones de llevar ante los Tribunales a este genocida; por ejemplo la que la denominada causa Menéndez, que incluye 300 casos, y por la cual fue indultado en 1989. Quiso que sean estas cuatro víctimas las primeros en mostrarnos durante un juicio en Córdoba los métodos que las Fuerzas Armadas y sus complices cíviles pusieron en marcha desde el Estado para secuestrar, torturar y asesinar a otros argentinos.
No se trata de un episodio escaso este juicio; se abre un tiempo de la Justicia como protagonista; de un tiempo en el que la Justicia deberá saldar su deuda de justicia con los cordobeses. Si bien parece obvio, es la Justicia la que debe sancionar a los autores de delitos, para cerrar las heridas, para que haya verdad y justicia. Habrá que esperar para observar si está a la altura del desafío, sobre todo teniendo en cuenta que el camarista y ex secretario penal del Juzgado Federal nº 1 durante la dictadura, Carlos Otero Alvarez, logró superar la impugnación judicial para ser sustituido como integrante del Tribunal Oral Federal 1 que será el encargado del juzgamiento. Cabe destacar que aún resta el pronunciamiento del Consejo de la Magistratura sobre su actuación durante la dictadura.
Por fin, Menéndez. Sus cuatro años como jefe del III Cuerpo de Ejército, entre septiembre de 1975 y septiembre de 1979 tienen la impronta del espanto; del horror de decenas de familias que empezaron a peregrinar tratando de hallar a los suyos en algún lugar. Fueron cuatro años de sangre y casi 30 más de impunidad, de factores de poder que protegieron a Menéndez.
Su feroz antiperonismo y anticomunismo; su desprecio por el otro; la violencia contra la diferencia; y su cruzada por la “seguridad nacional” lo meten sin escalas en la galería de los monstruos de la terrible historia de la humanidad.
Pero más allá de todas las valoraciones sobre Menéndez, la Justicia está frente a su hora; ante la mirada de los que no tienen voz, ni poder, más que su palabra, su voluntad y sus derechos. La sociedad necesita que sus instituciones funcionen sin limitaciones, con independencia, que puedan cumplir su rol dentro del sistema republicano. Eso, y la demanda de que la lentitud existente hasta el presente, no se convierta en más impunidad.
También es cierto que no alcanza con este único juicio: La lista de casos de violaciones a los derechos humanos es enorme y todos reclaman justicia. También es cierto que no alcanza con este único juicio: No sólo los militares y policías de la D-2 (División de Inteligencia de la Policía) son responsables, hay cíviles y hasta funcionarios judiciales que deberían ser investigados.
En Argentina, después del juicio a las juntas Militares, es claro que la represión ilegal formó parte de un plan sistemático de eliminación de opositores políticos y sirvió para imponer las bases del sistema de acumulación financiera que produjo cientos de miles de excluídos y se quebró con la crisis de la Convertibilidad de 2001/2002.
Como Videla, como Massera, como Etchecolatz; ahora, por fin, es el turno de Menéndez. Esperemos que no sea esta la única instancia de revelar el genocidio en Córdoba.
Carlos Vicente
Viceintendente de la ciudad de Córdoba
martes, 27 de mayo de 2008
POR FIN, MENÉNDEZ
Etiquetas:
Derechos Humanos,
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